miércoles, 19 de septiembre de 2007

MUSICA CLASICA SATANICA



Níccolo Paganini (1782-1840)


Nació en Génova Itala el 27 de octubre de 1782, fué uno de seis hijos nacidos de Teresa y Antonio Paganini, recibió sus lecciones de música iniciales de su padre antes de los 6 años y al descubrir sus aptitudes recibió clases de los mejores instructores de la ciudad, tanto asi que a los 8 años hizo su primera presentación en público y compuso su primera sonata en 1790. En 1795 fué a Parma en donde estudió con los mejores maestro que terminaron diciendo que ellos no tenían ya nada que enseñarle a este muchacho prodigio y que había alcanzado la cúspide del conocimiento del violín. En Lorna, en una sesión de juego perdió su violín. En 1801 realiza giras por Lucca y otros sitios de Italia. Desde 1804 se dedica con esmero e intensidad al estudio del violín.En ese momento comenzó un proceso de autoaprendizaje tan riguroso que tocaba durante 15 horas por día hasta que superó todos los límites posibles de la ejecución.


Su virtuosismo y su forma de ser tan extraña, además como no respondía a los cánones de la época fue comenzando a generarse una serie de especulaciones en torno a su figura como el hecho de que su extraordinario virtuosismo con el violin fuera producto de un pacto con el diablo, lo que le ganó la animadmersión de mucha gente en especial del clero católico, su vida transcurrió entre famas y ataques, momentos de aclamación total y otros de indiferencia y menosprecio.Luego de su éxito en Viena en 1828 es admirado en Alemania por Goethe, Heine y Schumann. Su técnica no tenía paralelo y pese a su personalidad tímida, Paganini ejecutaba el violín de una manera extraordinaria. Su estilo interpretativo particular causó sensación. Podía interpretar obras de gran dificultad únicamente con una de las cuatro cuerdas de violín (retirando primero las otras tres, de manera que éstas no se rompieran durante su actuación), y continuar tocando a dos o tres voces, de forma que parecían varios los violines que sonaban.
Los músicos se impresionaban y se tejieron leyendas alrededor de él. Se decía que Paganini era hijo de una bruja y del diablo, incluso que él mismo era el diablo. Paganini, molesto por tantas calumnias, en 1831 publicó una carta en la revista parisina Gaceta Musical. Uno de los párrafos decía: «No he asesinado a nadie ni he pasado ocho años en la cárcel, ni el demonio impulsa mi brazo cuando ejecuto. «¡Callad ya, por Dios, lenguas viperinas!». Adicionalmente, en los conciertos, se presentaba de manera extravagante. También se dijo que en su violín encerraba el alma de mujeres de hermosa voz. Esta fama "demoníaca" llegó hasta el lecho de muerte, cuando se negó a ser asistido por un sacerdote.Su ejecución acrobática del violín influenció a sucesivos violinistas como Ernst, Berrito y Vieuxtemps. Pero su mayor impacto fue sobre Liszt, Chopin, Schumann y Berlioz, quienes buscaron con el piano la mayor expresividad artística. Paganini tenía al morir siete violines Stradivarius; su favorito, sin embargo, era un violín Guarneri del Gesù de 1742 y que hoy está expuesto en el Palacio Cívico de Génova.Paganini tenía flexibilidad excesiva de las articulaciones. «Este Paganini realiza los doble-double-stoppings y los trinos asombrosos». Sandblom escribe: «su muñeca era tan floja que él podría moverla y torcerla en todas las direcciones». Se ha sostenido en algunos artículos que Paganini podría deber su incomparable virtuosismo con el violín a la conjunción afortunada de genio musical, aptitud natural para el drama y destreza manual dada por la hiperlaxitud articular y dedos largos probables en el Síndrome de Marfan o en el Síndrome de Ehlers-Danlos.


Sus contemporáneos lo describieron como un ser cadavérico, de ojos negros, piel blanca como la cera, nariz prominente y estatura media. Se sabe que por la sífilis recibió tratamiento mercurial que le produjo efectos secundarios.El síndrome de Ehlers-Danlos, inicialmente descrito en 1892, Cutis laxa, fue informado como laxitud y fragilidad de la piel asociado a hipermovilidad articular. Su epónimo viene de los dermatólogos danés y francés respectivamente.A muchísimos años de su muerte, Paganini sigue siendo considerado el más grande intérprete del violín y su vida de leyenda así como las enfermedades que padeció, son un reto a los ojos de los estudiosos de la medicina a través de las artes

Stradivarius


El secreto
Antonio
Nicola Amati necesitaba con urgencia un aprendiz. El trabajo excedía sus posibilidades de producción y no podía dejar de entregar aquellos productos que ya habían sido encargados. En esos días fue a visitarlo Antonio, un joven que ya le había planteado su interés por su arte; Amati le pidió que se quedara a trabajar con él.
El comienzo quizá fue un poco duro, sin embargo Antonio tenía tanta facilidad cuanto Amati paciencia, y con el tiempo consiguió dominar con soltura el oficio de luthier.
Stradivarius
Se dice de los Stradivarius –los violines más famosos y prestigiosos del mundo- que su sonido puede escucharse desde otra habitación con más volumen que desde donde se ejecuta. Que su sonido penetra en las grietas y pasea por el barrio, que su resonancia es infinita, que las melodías que salen de su caja no se pierden sino que se elevan hasta el cielo y quien pudiera llegar allí podría escuchar un enjambre de sonidos demoníacos.
Nicola Amati tenía mucho trabajo, en el norte de Italia las termitas acababan con cientos de violines, algunos de ellos quedaban inutilizables. Inclusive llegaron a acusarlo de ser él mismo quien criara tal insecto para repartirlo por las noches en las casas de distintos violinistas de la zona. Éste era un rumor desesperado, Amati jamás hubiera hecho tal cosa, Amati amaba al instrumento, amaba sus violas y sus violoncellos.
Cuando Antonio, aún muy joven, se independizó de su maestro y le dedicó sus primeros violines (en la tapa interna podía leerse: “Antonio Stradivarius Cremonencis alumnus Nicola Amati faciebat ano 1666”), no eran nada que pudiera considerarse maravilloso, sin embargo con el tiempo consiguió perfeccionar su técnica y comenzó a tener su grupo de adeptos. Aún así, ninguno de esos instrumentos pertenecían a su producción más famosa; aún no había surgido el mito.
La historia
Todo comenzó un día en el que, cansado, había terminado su modelo más logrado y había sido concebido con la mejor madera que había visto en su vida, fue el que más tiempo le había llevado; tiempo de estacionamiento, tiempo de remojo, tiempo de secado, tiempo de afinación, tiempo de asentamiento; le tomó más de un año dejar el violín en el punto que él consideraba justo. Aquel día se pasó buena parte de la tarde tocando, se había dejado llevar por algunas melodías populares y acabó con unas melodías melancólicas que hacían gala de su propia melancolía. No sé por qué acontece pero acontece que, después de un logro, al ser humano le invade un vaho de tristeza. Llora, se siente triste, su garganta lo aprisiona. Antonio bebía y tocaba, tocaba y bebía, festejaba, lloraba, y el destino quiso que acabara dormido en el piso de un patio interno de su casa, patio que con mucha vegetación no demoró en avisar a las termitas que su tesoro invalorable estaba nada menos que en la barriga de un Antonio Stradivarius dormido tanto cuanto sus lágrimas secas que aún dejaban algún brillo en parte de su rostro; las hormigas subían por la manga de su camisa, consiguieron hacer una trilla negra, concurrida, desesperada, de ida y de vuelta al violín, cuando alguna campana de alguna Iglesia del norte de Italia anunció las seis de la mañana, Antonio abrió los ojos, la ciudad de termitas estaba dispersa por su cuerpo, su violín estaba bastante estropeado.
Su odio lo transformó. Luego de días de inmovilidad, decidió que dedicaría su vida a alejar a esos monstruos terribles de sus creaciones. Comenzó utilizando bórax en la mezcla con el barniz, barnizó una de sus maderas y la dejó en el patio. Al otro día vio que el bórax sólo mataba a las termitas, no las conseguía ahuyentar sin antes sacrificar sus vetas con algunos bichos muertos. Sin embargo descubrió que a largo plazo podría ser de utilidad ya que no sólo servía como veneno de termitas, sino que acababa endureciendo a la madera. También percibió que a la intemperie, la madera había criado algunos hongos, que a pesar de ser muy pequeños por el poco tiempo de exposición, perjudicaba su sonoridad. A partir de esto, decidió agregar al barniz resina gomosa de árboles frutales, sabía que este elemento era un fungicida muy efectivo. Aún así, no había solucionado el asedio de los bichos.
Serán termitas. Pero no comen vidrio.
Ante varios intentos frustrados Stradivarius se emborrachó. Hablaba con las termitas, les preguntaba cosas, les contaba historias, les explicaba su pasión. En un momento de odio, tomó su botella de aguardiente y la arrojó con fuerza hacia la madera que estaba siendo devorada por sus archienemigas, el vidrio, triturado sobre la madera, las había ahuyentado. Este fue el último elemento que empleó, el que iría a cambiar la historia de los violines en el mundo. Mezcló vidrio triturado, muy fino, en su barniz. En su intento posterior, cuando dejó la madera en el patio, comprobó al otro día que no había sido invadida por termitas ni por humedad, ni por hongos, que se conservaba fuerte y dura como cuando la había dejado ahí.
Lo que no había percibido, es que no sólo acabó con el flagelo de los predadores, sino que toda esa mixtura de elementos daba una sonoridad e integridad única al instrumento, esa sonoridad e integridad única que se comenta hasta hoy, trescientos años después.
Pero ojo, ese es el secreto de Stradivarius, no se lo cuenten a nadie.

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